NOTAS
(IN)Traducciones
 (9 () VALERIA ROVATTI
1993, Buenos Aires, Argentina.
Ensamble de conversaciones, compilado de universos, rejunte de imágenes, dibujos escritos de la mano de varias manos y otros cuerpos.Esta pestaña es una cama elástica donde rebotar en otras direcciones. Pesca diálogos como carnada para pescar otras cosas. Es un amuleto que pretendo afectivo y, por su parte, reclama proximidad.



Terrario



Por las noches le escribía.
Pensaba por horas.


Como si las imágenes fuesen creadas por las manos.


Me llevaba mucho tiempo.
Quizás una noche o dos.
Y todo eso que queda en el medio.

Masticaba para intentar morder el grumo inesperado.
En la lengua me quedaban pedacitos.
Y en las manos, un montón de cosas por armar.


Otras veces…
Un pegote adherido al buzo,
a la remera,
a la punta del zapato.


Por las noches le escribía,
intentando recuperar el frío
que entraba por los pies
en el piso de la cocina.


De día,
o todo eso que está en el medio,
miraba mis creaciones
que no eran mías.


La pertenencia no me importa,
creo que ese siempre fue el problema.

Bollitos de papel,
de carnes,
bolitas picadas,
trituradas,
como un montón de hormigas…


…esas que una vez dejé encerradas
en un frasco
con la idea de hacer un terrario.


De noche, reescribía
para cortar y pegar.
Pero muchas veces…
todo era de cartón
y entonces mis manos ya no servían.


Jugaba a las cartas.
El olor del aglomerado.
Ese milhojas.
Ese pastiche.

Viene de los árboles,
¿cómo se hace el cartón?


Era imposible seguir escribiendo.
Y entonces…
Tenía que invertirlo todo
y hacer de día
lo que no había podido hacer de noche.


Con los ojos cerrados
y la cabeza en la punta inferior derecha de la almohada,
pesan mis manos acalambradas
abajo de mi cuerpo.


Las aplasto.
No quiero que se muevan.
Ahora no.
Ahora no quiero escribir.

Inhalo y exhalo.

Y las hormigas
se mueven dentro,
surcando mi terrario.


A veces, cuando el sol da justo
en la baldosa rota del comedor,
creo que algo quiere salir.

Como si debajo del piso
hubiese un pulso,
una larva,
o un residuo blando
que no supe nombrar.


Me quedo quieta,
con el tenedor en la mano,
sin tocar la comida.

Y pienso en escribir,
pero no.


Mejor dejo que se forme solo,
como se forman los hongos
en la madera húmeda.

Lo dejo estar.
Porque si lo toco ahora,
se pudre.